Fortín artesonoro ¬ 2020 | 1 | Pedro Linde : Lizard king poems "Lizard king poems" es una obra realizada con medios electroacústicos basada en la grabación histórica que Jim Morrison realizó a partir de una selección de sus poemas, en Los Ángeles -Febrero del 69-. La obra tiene una duración de 38:52, y está articulada en 10 secciones. El tratamiento del texto es respetuoso con la fuente original en cuanto a que la manipulación tímbrica del mismo es mínima, lo cual apoya su comprensibilidad. Además de los valores poéticos de los textos, lo que me ha movido a utilizarlos como cantus firmus de la obra que presento, son los valores intrínsecamente musicales con los cuales Jim Morrison los dotó en su exquisita entonación. Mi labor ha consistido en amplificar en la medida de mis posibilidades dichas cualidades musicales, tratando el texto como un objeto sonoro, como un instrumento cargado de posibilidades constructivas. Dichas posibilidades he tratado de materializarlas a través de procesos de fragmentación y diversas formas de estratificación a base de recursos propios de la composición polifónica. Fundamentalmente, el objetivo era realizar una mutación que transitara, desde la continuidad lineal y monofónica del original, hasta la difracción vertical de la voz, expandida así contrapuntísticamente, y creando un espacio dialógico en el que conversan diferentes dobles ontológicos del sujeto poético. El texto expandido también encuentra su resonancia en el espacio sonoro que se ha creado a su alrededor, y con el cual dialoga en ocasiones, o bien se deja acompañar en forma de ambiente acústico significativo. Para crear este espacio sonoro en el que se desarrolla el texto, he recurrido a diferentes sintetizadores, al uso de mi propia voz sometida a un amplio uso de procesos que la hacen irreconocible, así como a determinados pasajes en los que el paisaje sonoro, concretamente el marítimo, sirve de matriz acústica a determinadas secciones en las que el poema se vierte en una especie de cantilación o tarareo. En definitiva, mi deseo, desde la profunda admiración por la doble dimensión de Jim Morrison, como músico y poeta, ha sido la de proponer un diálogo en el que su voz, multiplicada, resuene ahora en un entorno sonoro electroacústico, con el objetivo de resignificar el ya de por sí rico paisaje poético de Morrison, insertándolo en una tradición musical diferente a la que él suscribiera en su momento, para de esta manera expandir sus grandes potencialidades expresivas y comunicativas. APUNTES SOBRE EL UNIVERSO POÉTICO DE JIM MORRISON La poesía de JM se ubica en una encrucijada en la que se dan cita diferentes tradiciones, actualizadas y cribadas por la sensibilidad personal y epocal del autor. El faro inicial que alumbra la faceta mística y visionaria de JM es William Blake; no en vano, el nombre con el que Jim bautizó al grupo que le hizo famoso fue The Doors, basado en el verso de W. Blake “Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es, infinito”, y del que también se sirvió A. Huxley como título para su ensayo “Las puertas de la percepción”, que tanto influiría, por otra parte, a los poetas de la Generación Beat. El uso de enteógenos psicoactivos como la mescalina fue compartido por Huxley y Morrison como medio de trascender el estado de conciencia habitual, abriendo la puerta a un estado alterado en el que el yo se vería sometido a una cadena de transformaciones que suelen llegar a su propia disolución. Esto engarzaría con la fascinación de JM por las prácticas chamánicas de las culturas indígenas mesoamericanas, que le llevaron a México para experimentar con dichas substancias, y como fruto de estas experiencias se autobautizó con el sobrenombre de “Rey Lagarto”. Vuelta al origen, al cerebro reptiliano que se aloja en el centro de nuestro cerebro, la amígdala, que toma su sobrenombre del animal totémico que representa un fósil biológico que nos recuerda cada vez que se interpone en nuestro camino la obcecada perseverancia de lo primigenio, lo original. Y es que la poesía remite también a ese reducto originario anterior a los conceptos, anterior a las palabras, con las cuales, sin embargo, debe expresarse en un oxímoron irreductible. El lagarto es símbolo ancestral de la permanencia de un origen que, paradójicamente, se expresa en un continuo proceso de transformación, materializado en los sucesivos y recurrentes cambios de piel (o “camisa”) de este animal y sus parientes antediluvianos. De alguna forma, es un Aleph, no del espacio, sino del tiempo. También el poeta es un ser en continuo estado de transformación, que, sin embargo, nunca deja de volver a las aguas primordiales de lo originario. Los poetas malditos de la modernidad francesa, a través de autores como Rimbaud o Baudelaire, fueron estudiados por JM, y su savia poética se destila como un licor de extrañeza en sus poemas, que recogen ese particular regusto por los temas que iluminan los rincones más oscuros de la sensibilidad humana. La decadencia, la ruina, el espíritu de la perversidad, el mal, la fealdad, los instintos malsanos, pero también la voluptuosidad -ese lujo de los sentidos-, el erotismo y el éxtasis, representan temas alejados del canon tradicional de la poesía, y nos alojan en una cara oculta de la realidad, de ambiente recargado, sofocante en ocasiones, delirante en otras, en una búsqueda del éxtasis sensorial que por momentos se deshilvana en una huida y destrucción de la conciencia, que desea unirse a la totalidad en un regreso iniciático al origen, de nuevo el origen. Jim Morrison también fue sensible a la tradición poética norteamericana, encarnada en la figura de Walt Whitman, el poeta de la modernidad democrática, que canta a las multitudes, iconoclasta y deísta, bardo de una totalidad que poetiza todo lo vivido y percibido en una danza universal; poeta de la carnalidad y la sensualidad que habita en todo lo existente, poeta que canta al todo y a la parte más ínfima, poeta que escucha tanto el silencio inquietante de las estrellas como el estremecimiento íntimo de una hoja de hierba. La asimilación que JM realiza de Whitman recoge de éste el verso libre, desde el punto de vista de la forma, así como la incorporación, por encima de los temas áulicos de la poesía canónica, de todo aquello que interactúa en la propia experiencia vital, por muy sórdido que pudiera parecer: el asesino en un Motel de carretera, los indios muertos en un accidente, desparramados por el suelo (recuerdo de infancia que no dejaría de obsesionarle durante toda su vida), los viajes nocturnos delirantes, anuncios de televisión, el amor y la muerte anudados en un lazo perverso, los acontecimientos más delirantes de su época, como la guerra de Vietnam, la estulticia de determinados elementos de la cultura norteamericana, el fárrago degradado de la cultura urbana, los transportes psicodélicos, las ensoñaciones edípicas, etc., todo ello expresado en un caudal verbal volcánico y abigarrado que nos transporta a una borrachera existencial en la que el poeta, trastornado por sus propias pesadillas, vomita un mundo caótico e inquietante en el que la única salida que parece viable es la autoaniquilación. Todo ello salpicado por algunos paréntesis de lirismo desencantado, cápsulas de ternura en un universo delirante en el que nos hace viajar a la velocidad del sonido de su voz. La última conexión que apuntamos en ese singular cruce de caminos poético, está ya mucho más cerca en el espacio y el tiempo que le tocó vivir a JM; apenas una generación de distancia temporal, y unas cuantas millas de distancia física: nos referimos, claro está, a los miembros de la llamada Generación Beat, un grupo de escritores que se rebelaron contra la estrecha moralidad de su época, y decidieron situarse al margen de la academia en sus poemas, a través de un lenguaje directo, pegado a la realidad. Este es el lenguaje que incorpora Morrison a sus poemas, además de adoptar temas que ya encontraron su expresión en los poetas Beat, y que tanto escocieron en su momento, como pueden ser el sexo, las filosofías orientales, la alteración de la conciencia a través del uso de drogas, los viajes –especialmente aquellos que van a un metafísico Sur-, la reivindicación social y política, etc., más otros característicos de Morrison apegados a su propia realidad. En definitiva, la poesía de JM nos invita a un viaje iniciático del cual difícilmente quedaremos ilesos, ya que, alejado de la autocomplacencia narcisista, a menudo nos interna en delirantes ensoñaciones que se corresponden con una visión desencantada del mundo. La desazón existencial, el sentimiento de fatalidad ante la vida, los paisajes urbanos deletéreos que transita y la vorágine en la que nos sumerge, son paradas obligadas en este tránsito existencial cuyo final no es otro que la disolución dionisíaca de la individualidad en el pléroma de la totalidad, utilizando como medio de transporte la embriaguez transcendida, en el sentido baudeleriano. Un viaje por laberintos oscuros que, como en otros trances iniciáticos, persigue un final luminoso, producido por la catarsis liberadora que opera después de la experiencia extrema del ciclo muerte-resurrección. Cierta poesía en general, y la de JM en particular, aunque nos deje un sabor amargo en el paladar y una herida en la sensibilidad, merece la pena ser degustada como un veneno que, administrado en pequeñas dosis, puede convertirse en una sutil medicina para todos aquellos que prefieren exponerse al terrible zarpazo de la vida, antes que dormitar en la butaca de la autocomplaciente mediocridad. Pedro Linde. Mayo 2020 © PARTE 1 (4:37) 1. Radio dark night 2. A vast radiant beach 3. Moonshine night PARTE 2 (7:18) 4. Frozen moment by a lake 5. Dawn’s highway 6. The hitchhiker 7. Far Arden poem PARTE 3 (2:48) Song 1. Bird of prey PARTE 4 (3:58) 8. Texas radio and the big beat PARTE 5 (1:45) 9. The holy shah 10. Hitler PARTE 6 (2:16) Song 2. Winter photography PARTE 7 (5:17) 11. To come of age 12. Black polished chrome 13. Search on, man 14. Indian, indian 15. A vision of America 16. Motel, money, murder, madness PARTE 8 (3:00) Song 3. Women in the window PARTE 9 (3:08) 17. Earth, air, fire, water 18. Discovery PARTE 10 (4:40) 19. Now listen to this 20. Stoned inmaculate (fragment) 21. White blind light 22. Bird of prey (repeat) Duración total: 38:52